Presentación

Para consultar el capítulo impreso véase el libro con la clasificación EE 362.1982097275 I4, en SIBE-Campeche, SIBE-Chetumal, SIBE-San Cristóbal, SIBE-Tapachula, SIBE-Villahermosa

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A lo largo de la historia, la relación entre la partería ejercida por mujeres y la ciencia médica ha observado grandes variaciones. En países desarrollados, la formación profesional de las parteras sigue las normas de cualquier oficio y profesión técnica. Se desarrolla de forma escolarizada, se guía por un currículum normado y aprobado por la autoridad sanitaria y ofrece al final un título profesional que autoriza el ejercicio del oficio. Mientras que en algunos países como Alemania las parteras laboran casi exclusivamente en clínicas y bajo supervisión médica, en otros como Holanda atienden con más libertad a todas aquellas mujeres que no requieren hospitalización para dar a luz. No obstante, la remuneración de las parteras por parte de las instituciones aseguradoras es baja y no inspira el deseo de jóvenes a aprender el oficio. En países periféricos, como México, el desplazamiento de las parteras tradicionales se liga en mayor grado con las políticas de control natal que han aprovechado el momento del parto para la colocación de dispositivos intrauterinos o incluso para la esterilización consentida o sin consentimiento. La regulación normativa y los riesgos legales que corren las parteras tradicionales en caso de complicaciones durante el parto han desalentado a muchas parteras tradicionales a seguir su oficio. En las grandes aglomeraciones urbanas prácticamente ya no hay parteras. El ámbito operativo de las parteras tradicionales se ubica por ello en aquellas áreas rurales de difícil acceso y que albergan población dispersa. Desde una perspectiva financiera, la construcción y el mantenimiento de hospitales rurales o el equipamiento de centros médicos con infraestructura y recursos humanos para atender a la población femenina en etapa reproductiva no son costeables. La integración de las parteras tradicionales al sistema de salud pública y su capacitación periódica obligatoria han constituido aquí una alternativa para las políticas de salud pública. Ello implica que las parteras son toleradas por el Estado en cuanto no se cuente con alternativas médicas más viables. spa