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Conservación de bienes culturales: acciones y reflexiones / Luis Fernando Guerrero Baca, coordinador

Guerrero Baca, Luis Fernando [coordinador/a].
Tipo de material: Libro
 impreso(a) 
 Libro impreso(a) Series Editor: Distrito Federal, México: Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2009Descripción: 370 páginas : ilustraciones ; 21 centímetros.ISBN: 6074840253; 9786074840254.Tema(s): Protección del patrimonio cultural | Conservación y restauración de monumentos | Restos arqueológicos | HistoriaDescriptor(es) geográficos: México | Zona Arqueológica Ek´ Balam (Yucatán, México) | Campeche (México) Clasificación: 333.7816 / C6 Nota de bibliografía: Incluye bibliografía Número de sistema: 58085Resumen:
Español

Coordinado por Guerrero Baca, el presente libro se enfoca en un tema considerado como un campo "auxiliar" en el estudio del patrimonio mexicano: la protección y conservación de los bienes culturales. El autor nos señala, desde un principio, que su libro no constituye un manual práctico, sino que presenta algunos casos particulares que posibilitan una mejor comprensión de la problemática relacionada con la protección del patrimonio. Los 22 autores, todos profesionales de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural del INAH, exponen sus conceptos teóricos y sus actividades prácticas. Así, cada artículo expone sucintamente un trabajo de conservación, ubicándolo en su contexto histórico y social. Utilizan diferentes herramientas arqueológicas, fuentes históricas y etnológicas, seleccionadas dentro de la gran diversidad de los bienes culturales mexicanos. De acuerdo a las problemáticas que aparecen como centrales, podemos agrupar estos 17 artículos dentro de algunos rubros principales. El primero corresponde a la problemática de los saqueos, el tráfico de bienes culturales, el vandalismo y la negligencia generalizada. El artículo de Ruigómez (p. 365-370) denuncia estos aspectos cuando discute el impacto y las repercusiones de los robos de bienes culturales sobre la identidad y la memoria colectiva. A través del desarrollo de esta idea, se volvió evidente que la sensibilización de las poblaciones en contacto con los bienes culturales, a nivel local, era indispensable para la protección de su propia herencia. En cuanto al restaurador, es necesario que éste se dé cuenta de la importancia social de los objetos sobre los cuales trabaja. Es lo que afirman los artículos de Cruz Flores (p. 23-44), Macías Guzmán (p. 259-274) y Monteforte Iturbe (p. 275-304) a través de tres ejemplos, respectivamente: la conservación del sitio rupestre de

Oxtotitlán (Guerrero), del patrimonio de Yanhuitlán (Oaxaca) y la restauración del retablo de la Virgen del Rosario, de Jiutepec (Morelos). Los actores de la conservación constituyen el segundo tema de la obra. Se trata de la colaboración entre las diferentes entidades profesionales del patrimonio, entre las cuales se encuentran los arqueólogos y los restauradores. El diálogo entre estos especialistas permite anticipar los riesgos de deterioro y actuar rápidamente para contrarrestar estos procesos. Los estudios de Schneider Glantz (p. 165-198) y de Hatchondo R. (p. 199-216) ponen particular énfasis en este aspecto cuando nos presentan, respectivamente, el caso de un fardo funerario de Calakmul (Campeche) y las ofrendas mortuorias de la cueva de La Candelaria (Coahuila): textiles, conchas, plumas. Más allá de esta relación multidisciplinaria, es necesaria una colaboración internacional, no sólo para proporcionar un marco legislativo eficaz, sino también para producir recursos humanos y técnicos que permitan elaborar un plan de conservación coherente: diagnóstico inicial, acciones de estabilización, consolidación, restauración, gestión, entre otras. De esta manera se podrán obtener resultados de calidad, como ocurrió con los relieves de estuco en Copán, que nos presenta Medina-González (p. 45-70). A lo largo de estas 372 páginas sobresale un cuestionamiento central acerca de la eficacia y la finalidad de la restauración. Las distintas acciones, destinadas en el pasado a proteger el patrimonio, aparecen hoy en día como inadecuadas, y en ocasiones destructivas. Santaella López (p. 155-164) describe una situación de este tipo, detallando las consecuencias del uso de cemento, que condujo al desprendimiento de una pintura mural en la pirámide de Tenayuca (México). Los distintos autores concuerdan en que los métodos de restauración deben adaptarse a cada caso, por medio

de estudios preliminares específicos. Amparo García Vierna, Benavides y Ruíz Martín (p. 121-154) recuerdan la historia del proyecto de preservación de un friso del sitio de Balamkú (Campeche). Alonso Olvera y Meehan Hermanson (p. 71-92) nos informan que los elementos de estuco y la pintura mural de Ek' Balam (Yucatán) se trataron con morteros de cal mejorados con aditivos orgánicos, mientras que un friso modelado en estuco de Calakmul se consolidó con agua de cal (García Solís, p. 93-120). Aparecen innovaciones técnicas de tratamiento de conservación y de uso de materiales naturales, las cuales siguen siendo evaluadas como herramientas alternativas. Fructuoso Hernández (p. 233-240) nos describe un nuevo método de preservación de las estructuras arquitecturales: la utilización de «licor» de nopal para consolidar e impermeabilizar la cal de las estructuras. Como las pinturas murales, los libros constituyen bienes culturales muy frágiles que requieren de condiciones particulares de conservación (luz, temperatura, humedad). Morales Ladrón de Guevara, Torner Morales y Ruvalcaba Sil (p. 305-334) presentan el análisis y las acciones de conservación que se llevaron a cabo en dos documentos del siglo XVI. Rosario Bravo Aguilar (p. 335-346) describe las acciones utilizadas para eliminar los hongos en un libro: identificación biológica, selección del producto químico, aplicación por aspersión, consolidación. Por su parte, Velasco Castelán (p. 347-364) se interesa en un libro de coro y subraya el hecho de que los trabajos de restauración arrojan nuevos conocimientos sobre la manufactura (materiales utilizados, técnicas empleadas). Finalmente, se plantea el problema de la conciliación entre la conservación de los objetos y su presentación al público: las exigencias de protección y visibilidad tienen que "responder" a las condiciones ambientales.

Tal es el tema de los estudios de Barajas Rocha (p. 217-232), quien nos presenta la colección etnográfica proveniente de La Candelaria, conservada en el Museo Nacional de Antropología, y de López Ortega (p. 241-258), quien se refiere al desarrollo de una exposición. Schneider Glantz (p. 165-198) también aborda la cuestión de las opciones museográficas, que se posicionan como garantías de la comprensión de los bienes culturales por parte del público. En definitiva, a través de varios ejemplos de acciones particulares, relacionados con el tema de la conservación patrimonial, esta obra constituye una base de reflexión general sobre los métodos de restauración, las condiciones de conservación y de presentación al público de los bienes culturales, tomando siempre en cuenta su contexto social. Lejos de ofrecer soluciones definitivas o globales, propone pistas de investigación empíricas para mejorar la protección de los bienes culturales, objetivo central de los investigadores del patrimonio cultural.

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Acervo General 333.7816 C6 Disponible ECO040006621

Incluye bibliografía

Coordinado por Guerrero Baca, el presente libro se enfoca en un tema considerado como un campo "auxiliar" en el estudio del patrimonio mexicano: la protección y conservación de los bienes culturales. El autor nos señala, desde un principio, que su libro no constituye un manual práctico, sino que presenta algunos casos particulares que posibilitan una mejor comprensión de la problemática relacionada con la protección del patrimonio. Los 22 autores, todos profesionales de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural del INAH, exponen sus conceptos teóricos y sus actividades prácticas. Así, cada artículo expone sucintamente un trabajo de conservación, ubicándolo en su contexto histórico y social. Utilizan diferentes herramientas arqueológicas, fuentes históricas y etnológicas, seleccionadas dentro de la gran diversidad de los bienes culturales mexicanos. De acuerdo a las problemáticas que aparecen como centrales, podemos agrupar estos 17 artículos dentro de algunos rubros principales. El primero corresponde a la problemática de los saqueos, el tráfico de bienes culturales, el vandalismo y la negligencia generalizada. El artículo de Ruigómez (p. 365-370) denuncia estos aspectos cuando discute el impacto y las repercusiones de los robos de bienes culturales sobre la identidad y la memoria colectiva. A través del desarrollo de esta idea, se volvió evidente que la sensibilización de las poblaciones en contacto con los bienes culturales, a nivel local, era indispensable para la protección de su propia herencia. En cuanto al restaurador, es necesario que éste se dé cuenta de la importancia social de los objetos sobre los cuales trabaja. Es lo que afirman los artículos de Cruz Flores (p. 23-44), Macías Guzmán (p. 259-274) y Monteforte Iturbe (p. 275-304) a través de tres ejemplos, respectivamente: la conservación del sitio rupestre de spa

Oxtotitlán (Guerrero), del patrimonio de Yanhuitlán (Oaxaca) y la restauración del retablo de la Virgen del Rosario, de Jiutepec (Morelos). Los actores de la conservación constituyen el segundo tema de la obra. Se trata de la colaboración entre las diferentes entidades profesionales del patrimonio, entre las cuales se encuentran los arqueólogos y los restauradores. El diálogo entre estos especialistas permite anticipar los riesgos de deterioro y actuar rápidamente para contrarrestar estos procesos. Los estudios de Schneider Glantz (p. 165-198) y de Hatchondo R. (p. 199-216) ponen particular énfasis en este aspecto cuando nos presentan, respectivamente, el caso de un fardo funerario de Calakmul (Campeche) y las ofrendas mortuorias de la cueva de La Candelaria (Coahuila): textiles, conchas, plumas. Más allá de esta relación multidisciplinaria, es necesaria una colaboración internacional, no sólo para proporcionar un marco legislativo eficaz, sino también para producir recursos humanos y técnicos que permitan elaborar un plan de conservación coherente: diagnóstico inicial, acciones de estabilización, consolidación, restauración, gestión, entre otras. De esta manera se podrán obtener resultados de calidad, como ocurrió con los relieves de estuco en Copán, que nos presenta Medina-González (p. 45-70). A lo largo de estas 372 páginas sobresale un cuestionamiento central acerca de la eficacia y la finalidad de la restauración. Las distintas acciones, destinadas en el pasado a proteger el patrimonio, aparecen hoy en día como inadecuadas, y en ocasiones destructivas. Santaella López (p. 155-164) describe una situación de este tipo, detallando las consecuencias del uso de cemento, que condujo al desprendimiento de una pintura mural en la pirámide de Tenayuca (México). Los distintos autores concuerdan en que los métodos de restauración deben adaptarse a cada caso, por medio spa

de estudios preliminares específicos. Amparo García Vierna, Benavides y Ruíz Martín (p. 121-154) recuerdan la historia del proyecto de preservación de un friso del sitio de Balamkú (Campeche). Alonso Olvera y Meehan Hermanson (p. 71-92) nos informan que los elementos de estuco y la pintura mural de Ek' Balam (Yucatán) se trataron con morteros de cal mejorados con aditivos orgánicos, mientras que un friso modelado en estuco de Calakmul se consolidó con agua de cal (García Solís, p. 93-120). Aparecen innovaciones técnicas de tratamiento de conservación y de uso de materiales naturales, las cuales siguen siendo evaluadas como herramientas alternativas. Fructuoso Hernández (p. 233-240) nos describe un nuevo método de preservación de las estructuras arquitecturales: la utilización de «licor» de nopal para consolidar e impermeabilizar la cal de las estructuras. Como las pinturas murales, los libros constituyen bienes culturales muy frágiles que requieren de condiciones particulares de conservación (luz, temperatura, humedad). Morales Ladrón de Guevara, Torner Morales y Ruvalcaba Sil (p. 305-334) presentan el análisis y las acciones de conservación que se llevaron a cabo en dos documentos del siglo XVI. Rosario Bravo Aguilar (p. 335-346) describe las acciones utilizadas para eliminar los hongos en un libro: identificación biológica, selección del producto químico, aplicación por aspersión, consolidación. Por su parte, Velasco Castelán (p. 347-364) se interesa en un libro de coro y subraya el hecho de que los trabajos de restauración arrojan nuevos conocimientos sobre la manufactura (materiales utilizados, técnicas empleadas). Finalmente, se plantea el problema de la conciliación entre la conservación de los objetos y su presentación al público: las exigencias de protección y visibilidad tienen que "responder" a las condiciones ambientales. spa

Tal es el tema de los estudios de Barajas Rocha (p. 217-232), quien nos presenta la colección etnográfica proveniente de La Candelaria, conservada en el Museo Nacional de Antropología, y de López Ortega (p. 241-258), quien se refiere al desarrollo de una exposición. Schneider Glantz (p. 165-198) también aborda la cuestión de las opciones museográficas, que se posicionan como garantías de la comprensión de los bienes culturales por parte del público. En definitiva, a través de varios ejemplos de acciones particulares, relacionados con el tema de la conservación patrimonial, esta obra constituye una base de reflexión general sobre los métodos de restauración, las condiciones de conservación y de presentación al público de los bienes culturales, tomando siempre en cuenta su contexto social. Lejos de ofrecer soluciones definitivas o globales, propone pistas de investigación empíricas para mejorar la protección de los bienes culturales, objetivo central de los investigadores del patrimonio cultural. spa

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