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El siglo veintiuno despuntó con el fenómeno de autogestión de empresas en América Latina y el Caribe. Pese a las diferencias nacionales, se puede afirmar que estas experiencias constituyen movimientos sociales emblemáticos de innovación social. En la mayoría de los casos, frente a un contexto en el que mercado y Estado dejaron de garantizar la reproducción social y abandonaron ciertos ámbitos de la producción, se propagaron y diseminaron por medio de redes de cooperación hasta conformar una forma social que se erigió como una alternativa ante situaciones de desempleo y desafiliación social. Tomando como eje el caso argentino, el presente artículo reflexiona sobre estas nuevas prácticas productivas y se interroga sobre su viabilidad socioeconómica bajo la consideración de que la misma es uno de los elementos centrales para que los trabajadores puedan avanzar en la consolidación de los espacios que lucharon por recuperar. Español

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